Quienes hemos vivido más, nos damos cuenta de que lo que somos ahora es la suma de todas aquellas decisiones, buenas y malas, tomadas a lo largo de nuestra existencia. Y que haber recibido un buen consejo, oportunamente, puede hacer una diferencia enorme en nuestras vidas.
Los buenos consejos suelen ser sencillos y es por eso mismo que son tan marcadores. Usualmente son nuestros padres los primeros en darnos estas guías. Si usted tuviera un hijo recién graduado de la universidad, ¿qué le diría? Antes de que responda, ¿se ha puesto a pensar en la relevancia que puede tener lo que le aconseje?
En materia de inversiones, así como en la vida, los consejos también resultan fundamentales. Existe un concepto sencillo, pero muy potente, que ojalá los jóvenes lo tuvieran muy presente: el retorno compuesto. En términos simples, se trata del proceso por el cual el valor de una inversión aumenta con el tiempo a medida que se reinvierten las ganancias o los intereses. Es el efecto bola de nieve, pero con dinero.
Veamos un ejemplo para que quede absolutamente claro de lo que estamos hablando. Teniendo a la mano los conceptos de disciplina, diversificación y largo plazo con los que solemos insistir, suponga que un veinteañero invierte US$1.000 en acciones y no los toca por 50 años, asumiendo una rentabilidad media anualizada del 10% (que se aproxima a su media histórica a largo plazo)… al término de ese período, la inversión inicial se habrá transformado en más de ¡US$117.000!
¿Habrá alguna diferencia si la persona se demora en empezar a invertir? Definitivamente, sí. Como muestra la imagen 1, para igual monto inicial y la misma rentabilidad, pero manteniéndola por 40 años, el monto final será de US$45.000. Igualmente es algo bueno, pero claramente los diez años menos tienen un efecto importante. Asimismo, si el inversionista se demora 20 años en empezar su ahorro, la acumulación de riqueza cae muchísimo, ya que con 30 años de inversión los US$1.000 originales se convertirán solo en US$17.000…
Tras lo anterior, lo que queda de manifiesto con el efecto bola de nieve es que tener tiempo por delante para invertir ayuda a compensar el hecho de partir con una inversión pequeña el primer día. Si alguien de “veintitantos” está leyendo este artículo, se habrá percatado de lo valioso que resulta recibir oportunamente este consejo.
Atención jóvenes: la vida está llena de sorpresas y muchas de ellas provendrán de la forma en que sus decisiones se acumulen a lo largo de décadas. Así que empiecen a hacer rodar su bola de nieve, tanto en la vida como en sus inversiones. ¡Dejen que el retorno compuesto haga su trabajo!
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